Capitulo 9 del Testamento Profetico del Caminante

Crónica de un viaje a la cima

Era junio o julio de 2015 del Calendario Gregoriano, en el tzolkin transitábamos el Castillo Blanco Norte del Cruzar. Y no es casualidad que con mi hermano Enzo (01:11) y mi amigo Matías (xx:xx) nos habíamos propuesto salir en busca de una aventura y nuestro norte era cruzar montañas. Teníamos la intención de visitar la piedra Isidris, famosa por sus avistamientos de platillos volantes y la leyenda de una ciudad intraterrena bajo ella. No llegamos a Isidris, el paisaje nos proponía algo superador, cuando estábamos allá decidimos adentrarnos en la nada en cualquier dirección. Bromeamos que cualquier piedra del camino podía ser la piedra Isidris. Un síntoma de exposición a la televisión es que mientras subíamos la quebrada en mi cabeza sonaba un soundtrack de película de aventura.
Escalamos tres cimas, llegábamos a una y la otra nos llamaba. Enzo vió un águila majestuosa en pleno vuelo. Lo interpreté como un buen augurio y me dio la fuerza para salir victorioso del desafío. Cuando llegamos a la segunda cima, a esa altura parecía que el aire tenía una composición diferente y nos drogaba. Nos empezamos a reir como locos y a gritar como animales. Creo que conectamos con nuestro nahual, el animal interior o una parte del ADN dormida. O visto de una manera mas prosaica, hicimos catarsis. Por momentos sentía que me desmallaba y tenía que tocar el suelo con las manos para sentirme seguro. En esa y en otras ocasiones, como cuando el terreno estaba muy empinado, volví a ser un animal de cuatro patas hundiendo las garras en la tierra.
En la tercera cima, en algún momento, la paleta de grises y colores amarronados comenzó a cambiar. La arena y las piedras tenían un color índigo con manchas anaranjado flúor, los yuyos parecían fuerzas radiantes de color verde amarillento y las ramas espinosas como rayos ligeramente azulados. No se si estaba alucinando o estaba viendo el mundo con mayor claridad. Pero a lo lejos, la ciudad se veía como una gigantesca desolación. Estaba entristecida, la nitidez de las casas se perdía en nubes de smog negro. Si hubieran estado allí entenderían que las fotografías no pueden siquiera acercarse a retratar la experiencia. Este fue mi opinión el descubrimiento de una entidad mayor, plurente, o ente plural, pulverizado que domina la ciudad como un aire enrarecido que automatiza la vida. Fue un momento de clarividencia donde pude dilucidar por que las montañas han sido representadas como lugares de los que uno vuelve hecho profeta.
Nos quitamos los zapatos para hacer descarga a tierra. Cuando cayó la noche, contemplamos la ciudad de Mendoza a lo lejos, parecía una brillantina dorada-cobriza. El desgaste físico hizo que no tuviera nada en la mente, y eso aumentaba la belleza del momento. Abajo del horizonte, un mix rectángulos y paralelogramos formados por puntitos de las lamparas anaranjadas características de Mendoza. Arriba del horizonte, el cielo nocturno parecía un paisaje del espacio exterior. Hacia el norte las estrellas desaparecían, hacia el sur la constelación de Crux no nos hubiera permitido perdernos, y reconocí la constelación de Escuadra, algo sincronístico porque está entre Escorpio y Sagitario que me representan. Como estábamos bien abrigados parecía una opción pasar la noche en el lugar, pero los víveres eran pocos y la familias ya estaba angustiadas haciendo llamadas.
El descenso fue lo mas difícil, para llegar a la tercera cima habíamos tenido que subir y bajar otras dos antes.. y ahora teníamos que recorrerlo todo otra vez, pero solamente con la luz de las estrellas. Estábamos perdidos si no fuera porque el Mati que tiene experiencia en montaña, había traído una linterna led, como la que usan los mineros en la cabeza. Apenas escuchamos algunos perros salvajes ladrando a lo lejos, pero toda la fauna nos ignoró de la manera más conveniente para ellos y nosotros.
Llegamos a la entrada de San Isidro extenuados pero sanos y salvos excepto algunas espinas de cactus traidores. Un paso en falso significaba la muerte, por eso creo que la montaña nos estaba ayudando. Estoy orgulloso porque el sosiego no abandonó a ninguno en todo el recorrido. Recomiendo este ejercicio de desconexión a todo caminante de la vida y ejercitador de su espíritu.


Terminado en Kin 103 Noche Cristal Azul “Dedico con el fin de soñar, universalizando la intuición” - Crono Psi 256 - Armónica 26 Codón 60 ”Medida. La octava galáctica limita el espacio” - Día 19 Alfa - Luna Cósmica de la Tortuga (Poder de Perdurar) - Anillo Solar de la Luna Solar Roja (Por del Agua Universal)



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