La trascendencia de la mujeres negras. por Akina Grousset

La escritora franco-ghanesa Akina Grousset nos explica la misión del feminismo de tercera posición con respecto al deseo, la carnalidad, la maternidad y la espiritualidad femenina.

Para quienes no me conocen soy Akina Grousset, mujer afrodescendiente, heterosexual, madre de dos hijos, de profesión psicóloga. Fuí militante de un feminismo de izquierda durante muchos años hasta que descubrí el gran fraude en que vivía la sociedad occidental. Los problemas de identidad que tuve en la adolescencia, derivados de mis orígenes (padre francés y madre ghanesa) y mi orientación sexual indefinida (en aquel tiempo bisexual) me hicieron profundizar en la discriminación y afinar bastante mi percepción del asunto. Si ser mujer y afrodescendiente no eran cosas que yo pudiera elegir, la bisexualidad si lo era. Realmente lo mejor que puede hacer una mujer negra o afrodescendiente es ser auténticamente heterosexual. 

Desde el final de la Segunda Guerra Mundial ha dominado en el mundo un discurso de la lástima, a este se suman los judíos, los negros, las mujeres, los homosexuales. Realmente esto ha socavado nuestra causa feminista y la lucha contra el racismo. Daré un ejemplo de esto citando a la marxista Bell Hooks en su texto "Mujeres Negras": "Es esencial para el futuro de las luchas feministas que las mujeres negras reconozcamos el punto especial de ventaja que nuestra marginalidad nos otorga" Hooks está proponiendo que la marginalidad puede ser una ventaja por medio de una "discriminación positiva". Pienso que esto sería profundizar el racismo y el sexismo, ya que la situación de las mujeres y los negros estaría progresando por la lastima que son capaces de inspirar. Por eso soy responsable de la fundación de un feminismo de tercera posición, más allá de la izquierda y la derecha que hasta el momento se habían apropiado de todas las olas del feminismo, y que habían marcado la victimización como el único camino para las personas de categorías históricamente desfavorecidas.

El significado hasta ese momento del feminismo tenía que ver con la resignificación del mundo tras la Segunda Guerra Mundial con la victoria de los Aliados. Lo que se enfrentó en esta guerra no fueron los Aliados y el Eje, sino las fuerzas psicológicas y artísticas detrás de ellos, esto es el eros y el thanatos en palabras de Sigmund Freud, o lo donisíaco y lo apolíneo en palabras de Friedrich Nietzche. Mientras el eros representa los deseos libidinosos, el hambre y la sed, o sea el impulso vital, el thanatos representaba la agresividad o sea el impulso hacia la muerte. Así también lo dionisíaco representa tanto la embriaguez y desenfreno de los sentidos en exaltación colectiva (música y danza), mientras que lo apolíneo tanto la claridad y la razón, como el arte de contemplación íntima (escultura y poesía). Lo thanático, satanizado y mal comprendido por Freud, en realidad es el impulso que lleva al sacrificio heroico a los soldados. Hay una afinidad entre el eros y lo dionisíaco así como entre el thanatos y lo apolíneo. Lo apolíneo es el lado luminoso de lo thanático del Eje, por ejemplo al combatir la pauperización del arte, lo que se llamaba "arte degenerado" en el III Reich.

La victoria de los Aliados representa la disolución del límite erótico inter-racial, tendencia que ya había sido iniciada pero tenía que consolidarse con una victoria simbólica. Este fué el primer paso en un incremento de lo dionisíaco-eros en la historia humana. El siguiente paso fué la legalización del matrimonio gay en muchos países cristianos lo que representa otra tranformación cultural tendiente a incrementar lo dionisíaco-eros de la humanidad. El último paso sería la normalización de la pedofilia, a lo que apunta la feminista judía Schulamith Firestone en su obra la "La dialéctica del sexo". Lo que propone esta degenerada es que tras varias generaciones de vivir en lo que llama "household" (cohabitación reemplazo de un hogar familiar con vínculo sanguíneo) se normalizaría el poliamor y las relaciones pedófilas. La falacia detrás de este concepto está en proponer que los niños y los adultos están en igualdad de poder físico y psicológico. La izquierda como defensa de la pulsión y del deseo siempre ha sido jugar con fuego, pero es en Schulamith Firestone donde alcanza su máxima peligrosidad. Su dialéctica del sexo deja en evidencia el plan de descomposición de la familia y marca el punto álgido donde debe revolucionarse el feminismo. Con el movimiento gay y pedófilo apropiados por el feminismo de izquierdas, el impulso erótico se convierte en una marcha hacia el suicidio de la humanidad.

El feminismo de tercera posición debe reivindicar la maternidad como poder femenino y ser una defensa de la familia. El primer argumento contra la idea de que el patriarcado manda a las mujeres a ser madres y que esto les impediría llegar a una visibilidad política, es que la mayoría de las mujeres líderes del mundo de hoy tienen familia e hijos. Ningún sentido tiene que una mujer se realice profesionalmente pera luego llegar a casa a experimentar un "síndrome de nido vacío". La madre es el lugar desde donde las mujeres han creado su matriarcado solapado en el patriarcado visible. Sólo en la medida en que las mujeres puedan y sepan ocupar la tercera posición se habrá alcanzado la igualdad de género.

El feminismo debe comprender la función de los nacionalismos. Si todas las culturas se fusionan en una sola cultura global será el ambiente propicio para la creación de un gobierno mundial que concentrará demasiado poder en manos de pocas personas. Para algunos este poder mundial ya existe y sólo está esperando para hacerse visible. Una sola cultura global sería una reducción de la diversidad. Los nacionalismos como fractura en muchas identidades impiden ese escenario de homogeneidad cultural global, al que las mujeres debemos oponernos activamente. La trascendencia de la mujeres en la historia depende de involucrarse no sólo en debates acerca de su cuerpo o sus roles sino también en el destino económico y cultural de las naciones.

El feminismo de tercera posición además de social y político debe ser una vertiente antropológica y psicológica que profundice todos los recovecos de la espiritualidad humana con énfasis en los arquetipos femeninos. Además debe insertar dentro del feminismo al símbolo de la Virgen María. La Virgen María es símbolo feminista del matriarcado prehistórico, que se basaba en la creencia en la partenogénesis, es decir en el desconocimiento del aporte genético del padre en la creación de un nuevo ser humano. La creencia primitiva en la partenogénesis convertía a las mujeres en seres aventajados por la capacidad de engendrar y esto llevaba a una adoración de la condición femenina. Ejemplo de esta divinización femenina es la Venus de Willendorf, estatuilla que data del 20.000 a.C. En la exaltación de María se reivindica este matriarcado prehistórico porque aparece la fórmula "madre con hijo, sin el padre", poniendo al Espíritu Santo en el lugar del padre. Es una trinidad o triángulo de poder con un elemento ausente. De la misma forma que la trinidad cristiana es "padre con hijo, sin la madre" poniendo al Espíritu Santo en el lugar de la madre. En María el matriarcado invisibiliza al padre y la trinidad es el patriarcado que invisibiliza a la madre. De modo que el patriarcado del cristianismo también es un matriarcado. Desatinadamente el feminismo de izquierdas embate contra el símbolo de María como si fuera una antítesis de la carnalidad de la mujer, cuando no hay nada mas carnal que el embarazo. 

Para terminar de hacerle justicia a este asunto es importante recordar la existencia en América y Europa de efigies de la Virgen María que la representan como de piel oscura. Lamentablemente (o afortunadamente) las Vírgenes Negras se escaparon del análisis marxista de Bell Hooks.

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