Metahistoria. por Macá A


Una crítica de la historia y de la visión argüeliana de la misma

Estamos en la poshistoria, el espíritu de nuestra época es metahistórico y  pronto dominará el pensamiento la sensación de que la historia ha muerto. La historia no existe, porque no existe el pasado. El pasado es una nebulosa de posibilidades. Quizás no hubo bomba nuclear, ni viaje a la luna, ni holocausto, la evidencia de cualquiera de estas cosas se puede fabricar. Tal como los mitos y leyendas de las civilizaciones antiguas, la historia es un relato que orienta el sentir del pueblo y le enseña que debe amar y que repudiar. La diferencia entre los mitos y las leyendas, es que los primeros están en un tiempo "ahistórico" (no histórico), mientras las segundas se pueden ubicar en la recta histórica, guardando además alguna relación con hechos históricos. Siempre hay sesgos ideológicos y hasta licencias artísticas en la narración de los hechos históricos. Como todos los hechos de la historia son al menos en parte ficcionales podría decirse que la historia es una gran leyenda.

José Argüelles, conocido divulgador del cómputo maya del tiempo, puso toda la historia humana en un calendario maya Tzolkin que comprendía 5125 años de historia desde el año 3113 a.c hasta el 2012 d.c, periodo que se conoce entre los mayistas como Cuenta Larga. Lo interesante de la Cuenta Larga es que su inicio coincide aproximadamente con el de la historia oficial (que comienza con la creación de la escritura alrededor del 3000 a.c) y también con el Calendario Hebreo (que inicia en 3760 a.c), por lo que podría decirse que estas tres cuentas son virtualmente una. La Cuenta Larga se divide en trece periodos llamados Baktunes. Al último periodo de la Cuenta Larga, Argüelles lo llamó “Baktun de la Transformación de la Materia”. Si el comienzo de la Cuenta Larga puede asumirse como el inicio de la historia, su final traería el inicio de la poshistoria. Por tanto, el 21 de diciembre de 2012, último día de la Cuenta Larga, terminó la historia. Podría decirse que el pasado ha muerto, de manera análoga a Nietzche cuando decía que Dios ha muerto.

Alrededor de los últimos años del Baktun de la Transformación de la Materia, nació internet, popularizando versiones alternativas de la historia, donde no hubo bomba nuclear, ni viaje a la luna, ni holocausto. Incluso hay investigadores como Heribert Illig, Hans-Ulrich Niemitz y Uwe Topper que creen que hay trescientos años inexistentes de la Edad Media lo que llaman Teoría del Tiempo Fantasma, por lo que el año 2017 sería en realidad el 1720. Si la diferencia entre el mito y la leyenda es la historicidad de la última, entonces podemos decir que la Cuenta Larga no fueron 5125 años de historia sino de leyenda. La comprensión de esto fue "la transformación de la materia" en 2012 y el paso a una poshistoria. Hay que entender que 2012 es un punto de inflexión formal, pero este punto puede ser un blanco móvil, unos años hacia atrás o hacia adelante. Tiene que ver con el aumento de circulación de información que provocó internet, y que está llevando a occidente a emanciparse de la historia. La materia "se transforma" cuando cambiamos lo que pensamos acerca de ella.

Ahora, en la poshistoria ya no hay "materia" (evidencias científicas) ni "hechos históricos" (un pasado que nos contaron) sino sólo mente, y artefactos de la mente (como la arquitectura argüeliana del tiempo). La historia es un estudio esotérico, si se entiende esotérico según su etimología, significando “circulo interno”. La historia existe principalmente en el círculo interno de un ser humano. No hay hecho sin interpretación del mismo, y por eso la historia no sirve para internalizar hechos, sino siempre un ángulo desde el que se observa un presunto hecho, y a veces hasta ficciones. Nos dicen que el que no tiene pasado tampoco tiene futuro, pero como las leyendas, que vienen junto a una moraleja, la historia, tanto la oficial como en sus versiones revisionistas, pretende que la moraleja es una sola, según el sesgo.


Los presuntos hechos históricos siempre vienen de la mano de algún tipo de reduccionismo, sea este positivista, ideológico o trascendental. La Cuenta Larga de Argüelles, como la presenta en el libro El Factor Maya, es la transposición de una historia narrada por reduccionistas positivistas, a la que el agrega su propio reduccionismo trascendental, convirtiendo a los presuntos hechos en símbolos codificados por el calendario Tzolkin. Sea por bienpensado o por comodidad, creyó lo que le enseñaron en la universidad y fue una cadena de retransmisión. En este sentido encuentro a Argüelles crédulo, pero no podía ser de otra forma porque él era historiador del arte. Sin embargo no se puede desmerecer su trabajo de reduccionismo trascendental matemáticamente orquestado, llevando a la historia a una visión hermenéutica digna de estudio. Fue profeta al anunciar la transformación de la materia con el fin de la historia. Aunque “la muerte de la historia” como yo la presento (como un descreimiento o aumento del escepticismo acerca de la historia) ya sería un redimensionamiento de su profecía.

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